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martes, 25 de noviembre de 2014

MUSEO DE AMÉRICA

Las tribus de 4 años, hemos ido a conocer cómo vivían nuestros antepasados al Museo de América.
Aunque los indios se desplazaban de un sitio a otro montados en sus caballos, nosotros, somos más modernos y viajamos en autocar, cosa que  ¡¡¡nos encanta !!!



Al llegar, nos recibieron las monitoras que nos iban a guiar durante toda la visita.


Ya sabíamos muchas cosas sobre los indios, pero, en el museo pudimos ver muchas más: Las lanzas, arcos y flechas que utilizaban para cazar bisontes, las vasijas de barro que hacían para guardar los alimentos, cocinar y comer, los adornos que elaboraban con plumas, dientes de animales, piedras, ... las pieles de animales para vestirse y dormir, ...
Hicimos hasta un viaje virtual por América del Norte. En sus praderas, vivían los indios.


Pero lo que más nos gustó de todo, fue ver un tipi, a tamaño real, con su asiento, sus pieles que utilizaban como camas y sus cazuelas de barro para cocinar.


Después, nos contaron un cuento sobre cómo los pájaros, que hace mucho, mucho tiempo, eran negros, consiguieron tener en sus plumas los colores más bonitos:
Al principio, todos los pájaros eran negros y estaban muy tristes.
Un día, un indio muy sabio, les contó cómo podían tener plumas de colores brillantes. "Volad muy alto", les dijo, " y luego, cantad".
Así lo hicieron los pájaros, pero al haber volado tanto, estaban muy cansados y no pudieron cantar bien, lo que provocó una gran tormenta.
El indio sabio, les dejó descansar y, después, les pidió que cantaran lo mejor que supieran.
Los pájaros, cantaron tan bonito, que brilló un enorme sol.
Al unirse la tormenta con el sol, surgió un brillante arco iris a través del que iban pasando los pájaros, pintando sus plumas de los colores más bonitos. Y así fue como cada pájaro consiguió tener plumas de colores, las mismas que sirven a los indios para adornarse.


Para terminar, hubo un taller en el que decoramos nuestro propio penacho indio con plumas de muchos colores.



Hay que ver todo lo que estamos aprendiendo de los "Pieles Rojas", ...

Jao!!! Saludos de nuestras tríbus!!!

Pies Traviesos (4 años A)
Toritos Sentados (4 años B)
Caras Sonrientes (4 años C)

Belén Figueroa
Beatríz Argudo
Sandra Alguacil
Tutoras de 4 años

martes, 12 de marzo de 2013


VIDEO CUENTO "TINO, NO SEAS COCHINO"

Este divertido cuento, que a los niños les encanta, por lo escatológico de Tino que "se saca mocos de la nariz (...) por todos sitios se hace pipí, (...) se tira muchos, muchos, pedos ..." nos servirá para trabajar con ellos infinidad de aspectos: la escucha y lectura comprensiva, la percepción auditiva o las normas y el respeto a los demás.





ESCUCHA Y LECTURA COMPRENSIVA


PERCEPCIÓN AUDITIVA



NORMAS Y RESPETO A LOS DEMÁS

- ¿Cómo es Tino?
- ¿Cómo se porta?
- ¿ Qué hace?
- ¿ Te gusta lo que hace Tino?
- ¿ Haces tu lo mismo?
- ¿ Te gustaría tener un amigo que hiciese lo mismo que Tino?
- ¿ Crees que está bien lo que hace Tino?
- ¿ Qué le dirías a Tino?
- ¿ Cómo debería comportarse?, ...

Un cuento que da mucho de que hablar. ¡Vamos a ayudar a Tino a comportarse mejor!

Belén Figueroa
Coordinadora de Ed. Infantil 1er y 2º Ciclo


domingo, 24 de febrero de 2013

" ¿A QUÉ SABE LA LUNA?"

Hoy, os dejo un bonito cuento, con el que podréis trabajar con vuestros hijos valores como el esfuerzo, el trabajo en equipo o la generosidad. Espero que os guste tanto como a mi.



Belén Figueroa
Coordinadora de Ed. Infantil 1er y 2º Ciclo


martes, 19 de febrero de 2013


¡¡LLEGÓ EL INVIERNO!! ¡¡POR FIN!!

Teníamos tantas ganas de ponernos los gorros, las bufandas, las manoplas, las botas… ¡qué calentitos!
Y cuando hemos llegado al cole… ¡sorpresa! ¡Nuestras clases se habían convertido en el Polo Norte! Nuestras “seños”, entre pingüinos, esquimales y osos, nos han contado un cuento maravilloso en el que hemos conocido a Nanuk, un niño esquimal que vive entre icebergs, perros con trineo, focas y… ¡mucho hielo!

Y como nos ha gustado tanto, ¡queremos compartirlo con todos vosotros! Aquí os lo dejamos.

            Nanuk es un niño esquimal que vive con su familia en el Polo Norte. Hoy está muy contento. ¡Por fin le van a dejar que conduzca él solo un trineo tirado por sus perros!

Su madre le ha dicho que se ponga su gruesa chaqueta forrada de piel. La abuela le ha recordado que siempre debe llevar sus raquetas de nieve. También ha preparado una buena comida y le han dado un montón de consejos.

            Nanuk disfruta del paseo. De repente, los perros tropiezan con un bloque de hielo y el trineo se vuelca sobre ellos. Al niño no le ha pasado nada. Pero el trineo ha quedado destrozado.

- ¡Buena la habéis hecho!- grita Nanuk a los perros, muy enfadado.

Cuando se acerca hasta ellos, se da cuenta de que Jasky está herido en una pata.

-          No os mováis de aquí. Iré a pedir ayuda.

Nanuk se pone las raquetas de nieve y regresa, veloz, a su casa. Cuando sale cuenta a su familia lo que ha pasado, su padre coge su trineo, el abuelo prepara un botiquín y los tres se ponen en marcha.

Al poco rato, les sorprende una gran tormenta. La ventisca es tan fuerte que los perros apenas pueden avanzar. Tendrán que construir un iglú para refugiarse.

El padre y el abuelo sacan sus cuchillos y cortan bloques de hielo. Los van colocando unos sobre otros y dan forma al iglú. Una vez terminado, extienden en su interior las pieles y todos se refugian dentro.
            La tormenta pasa y nuestros amigos reanudan el camino. Por fin, llegan hasta el lugar del accidente. Pero allí sólo queda el trineo. ¡Jasky y Lato han desaparecido!

-          ¡A lo mejor se los ha comido un oso!- dice Nanuk, alarmado.

-          Estas huellas no parecen de oso- dice el abuelo, señalando unas enormes pisadas.

-          ¡Serán del Hombre de las Nieves!- grita Nanuk.

-          No tengo miedo- le dice su padre-. Sube al trineo. Iremos a ver a ese gigante.


Los esquimales llegan a la orilla del mar. Allí hay un barco. Por las escalerillas baja un hombre, grande y barbudo, que les saluda.

-¡ Mis queridos amigos! ¡Qué alegría! Acabo de curar a Jasky. Pronto se pondrá bien.

- Este es Nanuk- dice el abuelo.

- Hola Nanuk, soy Kevin. Estaba dando un paseo cuando encontré con tus perros.

El abuelo cuenta a Nanuk que Kevin es científico. Estudia a los animales del Polo Norte y conoce a los perros desde hace tiempo.


Pero Nanuk ya no puede oírle. Ha salido disparado a encontrarse con sus amigos. Un  alboroto de ladridos y gritos de alegría resuena entre los gigantescos hielos del paisaje polar.


Verónica Alonso y Patricia Rubio
Tutoras de Ed. Infantil 3 años

sábado, 20 de noviembre de 2010

Día universal de los derechos del niño y la niña

En la celebración del día universal de los derechos del niño y la niña, Unicef ha contado con unos colaboradores muy especiales para recordar a los más pequeños la importacia de sus derechos, ellos son los Lunis con un héroe llamado Lunicef. Ellos nos enseñan una canción.
Mª José López


El niño Que tenía Dos Ojos

Con este cuento se apunta a trabajar diferencias y discriminación se trabajan los principios 1-5-10.

Entre anoche y esta mañana, existió un planeta que era muy parecido a la Tierra. Sus habitantes solo se diferenciaban de los terrestres en que no tenían más que un ojo. Claro que era un ojo maravilloso con el que se podía ver en la oscuridad, y a muchísimos kilómetros de distancia, y a través de las paredes...

Con aquel ojo se podían ver los astros como a través de un telescopio y a los microbios como a través de un microscopio...

Si embargo, en aquel planeta las Mamás tenían los niños igual que las Mamás de la Tierra tienen los suyos.

Un día nació un niño con un defecto físico muy extraño: tenía dos ojos. Sus padres se pusieron muy tristes. No tardaron mucho en consolarse; al fin y al cabo era un niño muy alegre...y, además, les parecía guapo... Estaban cada día más contentos con él. Le cuidaban muchísimo.

Le llevaron a muchos médicos...pero su caso era incurable. Los médicos no sabía que hacer.

El niño fue creciendo y sus problemas eran cada día mayores: necesitaba luz por las noches para no tropezar en la oscuridad.

Poco a poco el niño que tenía dos ojos se iba retrasando en sus estudios; sus profesores le dedicaban una atención cada vez más especial... Necesitaba ayuda constantemente.

Aquel niño pensaba ya que no iba a servir para nada cuando fuera mayor...

Hasta que un día descubrió que él veía algo que los demás no podían ver... En seguida fue a contarles a sus padres cómo veía él las cosas... Sus padres se quedaron maravillados... En la escuela sus historias encantaban a sus compañeros. Todos querían oír lo que decía sobre los colores de las cosas. Era emocionante escuchar al chico de los dos ojos. Y al cabo del tiempo era ya tan famoso que a nadie le importaba su defecto físico. Incluso llegó a no importarle a él mismo. Porque, aunque había muchas cosas que no podía hacer, no era, ni mucho menos, una persona inútil.

Llegó a ser uno de los habitantes más admirados de todo su planeta. Y cuando nació su primer hijo, todo el mundo reconoció que era muy guapo. Además, era como los demás niños: tenía un solo ojo.

Idea y texto: J.L. Sánchez y M.A. Pacheco. Este cuento forma parte de la serie Los Derechos del niño, cuentos dedicados a ilustrar los principios del decálogo de los Derechos del niño proclamados por la ONU.

viernes, 29 de octubre de 2010

Halloween song

A Trick or Treat Ditty:

Trick or treat, smell my feet.
Give me something good to eat.
If you don't, I won't be sad.
I'll just make you wish you had!
Come on kids sing this song!
Mª José López

martes, 12 de enero de 2010

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE CHARLES PERRAULT

El 12 de enero de 1628, nació en París, Francia, Charles Perrault, escritor cuyas maravillosas historias hemos ido conociendo generación tras generación y que, aún hoy, siguen sin perder un ápice de su magia.Abogado de profesión, escribe su primer libro en 1661, Los muros de Troya, nada atrayente para la infancia, al igual que otros posteriores (odas, discursos, diálogos, poemas y obras que halagaban al rey y a los príncipes).
Con esta trayectoria literaria, ni sus coetáneos, ni el propio Perrault, podían suponer que su fama le llegaría, en 1967, con la publicación de Los Cuentos de Perrault o Cuentos de mi madre la Oca, recopilados de la tradición oral o de leyendas de origen exótico, aunque, en la mayoría de los casos, suavizando la crudeza de las versiones originales. Estas y otras obras posteriores del autor significaron el inicio de un nuevo tipo de literatura: los cuentos de hadas.
Para sus relatos, Perrault recurrió a un lenguaje sencillo y cercano, situándolos en paisajes y entornos que le eran conocidos como el Castillo de Ussé para el cuento de:
La Bella Durmiente.
Sin duda unos cuentos frescos, espontáneos, llenos de magia y encanto que continúan siendo los favoritos de los más pequeños.
Algunas de sus obras más conocidas:
Barba Azul
Es un cuento de hadas de Charles Perrault, publicado en 1697, en el que una mujer descubre cómo su marido oculta en una habitación prohibida los cadáveres de sus anteriores esposas.
Caperucita de Charles Perrault Perrault fue el primero que recogió esta historia y la incluyó en un volumen de cuentos (1697), donde destacaba sobre los otros por ser, más que un cuento, una leyenda bastante cruel, destinada a prevenir a las niñas de encuentros con desconocidos, y cuyo ámbito territorial no iba más allá de la región del Loira, la mitad norte de los Alpes y el Tirol.
El gato con botas El gato con botas es un cuento popular europeo, recopilado en 1697 por Charles Perrault en su Cuentos de mamá ganso (Contes de ma mère l’Oye) como El gato maestro y anteriormente en 1634 por Giambattista Basile como Cagliuso.
Cenicienta
La Cenicienta es un personaje de un cuento de hadas del cual existen varias versiones, tanto orales como escritas, en Europa. Es así que en Alemania se la llama Aschenputtel, Cendrillon es el nombre en francés, Cinderella en inglés y Cenerentola en italiano.
Las versiones más conocidas son las del francés Charles Perrault (Cendrillon ou La petite pantoufle de verre), el cual escribió una versión de la historia oral en 1697. En Alemania, en cambio, la colección de cuentos de hadas de los Hermanos Grimm es hasta ahora la más popular. La versión del año 1812 de los Hermanos Grimm varía sin embargo en muchos detalles de la francesa, lo cual no es extraño si se toma en cuenta que cada país europeo tiene su propia tradición oral del personaje.
Pulgarcito
El cuento narra la historia de Pulgarcito, un niño que nació tan pequeño como un pulgar cuyos padres se ven obligados a abandonarle, a él y sus seis hermanos, en medio del bosque, donde se pierden y van a dar a la casa de un ogro aficionado a comer niños. Tras una serie de peripecias, y gracias a la astucia de Pulgarcito, logran escapar con las botas del ogro, que recorren siete leguas con cada zancada, lo que permite al protagonista trabajar como mensajero a las órdenes del rey, con lo que ni él ni su familia vuelven a pasar hambre. Riquet, El del Copete
Había una vez una reina que dio a luz un hijo tan feo, tan feo que hasta su propia madre se entristeció muchísimo. Un hada, que asistió al nacimiento, aseguró que el niño no dejaría de tener gracia pues sería muy inteligente y, además, le concedió el don de dar tanta inteligencia como la propia a la persona que más quisiera. Es cierto que cuando el niño empezó a hablar, decía mil cosas lindas y dejaba encantado a todo el que le escuchaba. Olvidaba decir que vino al mundo con un copete de pelo en la cabeza, así es que lo llamaron Riquet-el-del-Copete, pues Riquet era el nombre de familia.
Al poco tiempo, la reina de un reino vecino dio a luz dos hijas. La primera que nació era más bella que el día; la segunda, era espantosamente fea, la pobre. Estaba por allí el hada que había asistido al nacimiento del pequeño Riquet-el-del-Copete, y para compensar la diferencia entre las dos hermanas decidió que la hermana mayor sería tan estúpida como hermosa, mientras que la pequeña sería fea, pero muy inteligente.
La reina, apenada, pidió un poco de inteligencia para su hija hermosa. El hada no podía concederle aquello, pero sí el don de volver hermosa a la persona que la princesa llegase a amar.
A medida que iban creciendo, la hermana menor, la más fea, acaparaba la atención de todos, pues les encantaba escuchar las cosas que sabía y las historias que contaba, por lo que la mayor, aunque muy bella, se encontraba sola y, aunque era bastante tonta, se dio cuenta, y se entristeció tanto que se marchó al bosque a llorar su pena.
Llora que te llora estaba la pobre princesa bella, cuando vio que se acercaba un joven bajito, muy feo y de aspecto desagradable, pero ricamente vestido. Era el joven príncipe Riquet-el-del-Copete que se había enamorado de ella al verla en un retrato. Al encontrarla tan triste, le preguntó, muy educadamente, qué le pasaba y cómo, alguien tan hermoso como ella, podía estar tan apenado.
Ella le contó lo que ocurría y añadió:
—Preferiría, dijo la princesa, ser tan fea como vos y tener inteligencia, que tener tanta belleza como yo y ser tan estúpida como soy.
—Si es sólo eso lo que os aflige, puedo fácilmente poner fin a vuestro dolor. Tengo el poder, señora, dijo Riquet-el-del-Copete, de dar toda la inteligencia posible a la persona que ame, y como eres tú, esa persona, te concederé ese don, si aceptas casarte conmigo. Te doy un año entero para que lo pienses.
La princesa, deseosa de ser más lista aceptó y en ese mismo momento, ya comenzó a sentirse diferente. Le resultaba muy fácil decir todo lo que quería y además, decirlo de una manera graciosa e interesante.
Este cambio en la princesa hermosa no pasó desapercibido y pronto se presentaron en palacio todos los príncipes de los reinos cercanos y lejanos se esforzaban por conquistarla. Pero le resultaba muy difícil elegir a uno de ellos, así que se marchó al bosque a pensar tranquilamente. Tenía que decidir con cuál de todos los apuestos príncipes se casaría.
Bajo un manzano andaba nuestra linda princesa, piensa que te piensa, cuando, en un claro del bosque, vio que se estaba preparando un gran banquete.
La princesa, asombrada ante tal espectáculo, les preguntó para quién estaba trabajando.
—Es, contestó el que parecía el jefe, para el príncipe Riquet-el-del-Copete, cuya boda se celebrará mañana.
En aquel momento la princesa recordó que, hacía ya un año, había prometido casarse con el príncipe Riquet. Entonces era estúpida y, deseosa de no serlo, había aceptado el trato. Pero ahora no deseaba casarse con él, así que fue a buscarlo y se lo dijo.
Cuando Riquet escuchó a la princesa le demostró que él era un joven inteligente, amable y educado.
- O ¿es que acaso no te lo parezco?
- De ningún modo, contestó la princesa, me agrada todo lo que acabas de decir.
- Entonces seré feliz, ya que puedes hacer de mí el más apuesto de los príncipes si me amas lo suficiente como para desear que así sea. El hada que al nacer yo, me otorgó el don de hacer inteligente a la persona que yo quisiera, te dio a ti el don de darle belleza al hombre que ames.
- Si es así, dijo la princesa, deseo con toda mi alma que seas el príncipe más hermoso y más atractivo del mundo.
Y en ese mismo momento, Riquet-el-del-Copete apareció ante sus ojos como el hombre más hermoso, más apuesto y más agradable que jamás hubiera visto. Ya no apreciaba su nariz gorda y colorada, ni su boca un poco torcida, la princesa veía al príncipe más bello de cuantos había conocido.
Al día siguiente mismo, con el permiso del rey, se celebró la boda, tal como Riquet-el-del-Copete tenía previsto y fueron felices, y comieron perdices y tuvieron dos hijos guapos e inteligentes.
MORALEJA
Lo que observamos en este cuento
más que ficción es verdad pura:
En quien amamos vemos talento,
todo lo amado tiene hermosura.
OTRA MORALEJA
En alguien puede la naturaleza
haber puesto colorido y belleza
que jamás el arte logrará igualar.
Mas para conmover a un corazón sensible
menos puede ese don que la gracia invisible
que el amor llega a detectar.


Belén Figueroa

viernes, 18 de diciembre de 2009

"Los Reyes Magos al encuentro con el Niño Jesús"

Estaban los Reyes Magos en su casa, si, si en su casa.
A ver, los Reyes son Magos, son Magos porque son sabios y son sabios porque durante años, milenios y siglos han aprendido mucho de lo que han visto y vivido.
Pues estaban en su casa porque a los Reyes Magos les gustan más vivir en un hogar donde compartir con sus vecinos que en un castillo que… bueno pronto lo entenderéis.
Cuando Gaspar que es un estudioso de las estrellas, dijo a Melchor y Baltasar:
- Se avecina un acontecimiento único y muy especial, he divisado una enorme estrella en el firmamento del cielo azul con su cola y todo.
Melchor dio un salto y dijo:
- ¡Señor! Esta noche me dormí rezando y tuve un sueño. En algún lugar del desierto en un pequeño pueblo nace hoy un Niño… y es…
Baltasar lo interrumpió, llevaba en sus manos un gran libro, con las escrituras de los profetas, los hombres y mujeres a los que Dios hablo a lo largo del tiempo en sus oraciones. Aquel libro era la Biblia y leyó:
- … y ese Niño es el salvador, Jesús, lo encontraréis envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Eso dicen las escrituras que contiene la Biblia.
Los 3 Magos se asomaron a la ventana, allá en lo alto brillaba la estrella de Oriente.
Gaspar pronunció:
Está escrito los 3 Magos serán guiados por la estrella de Oriente ante el Niño Jesús, el hijo de Dios. Pongámonos en camino.
Y así fue, los 3 Reyes se montaron en sus 3 camellos, y para llevar sus regalos al niño Jesús también necesitaban la compañía de sus 3 pajes. Emprendieron camino atravesando el desierto, la estrella comenzó a desplazarse por el firmamento, iluminado todo el cielo.
La estrella guiaba a los Magos a través de las blancas dunas de arena y los verdes oasis, arriba y abajo.
De pronto, allí en el horizonte, a lo lejos vieron un Castillo, era magnifico, lleno de riquezas y decidieron acercarse y llamar a su gran portón de madera. Tenían sed y todo el mundo sabe que las gentes del desierto son muy hospitalarias con aquellos que viajan por él.
Los 3 Magos fueron llevados a un enorme salón lleno de riquezas pero vacio de personas, (aquello no ocurría en casa de los Reyes Magos, pensaron), de pronto apareció un hombre era el rey Herodes.
Herodes era un rey desconfiado, egoísta, le gustaba las riquezas pero no las visitas, sin embargo aquellos 3 Reyes Magos habían despertado su curiosidad. Y es que Herodes también había leído una escritura de antiguo que decía que 3 Magos viajarían a visitar a un Niño recién nacido, el nuevo Rey. Y eso a Herodes, el rey, le molestaba muchísimo y les preguntó ¿cómo sabréis dónde buscarle?
Y lo Magos contestaron allá donde se pose la estrella de Oriente será donde este el Niño.
Dieron las gracias a Herodes por el agua y el descanso… los 3 Reyes Magos no podían saber lo egoísta y malvado que era Herodes.
Los 3 Magos se montaron en sus 3 camellos acompañados de sus 3 pajes y… Continuaron su viaje y poco antes del amanecer, la estrella que brillaba en lo alto comenzó a frenar su camino en el cielo. Allá cerca había unas ovejas con unos pastores que se calentaban al lado de un fuego.
Shalom hermanos, Paz a vosotros dijeron los pastores.
Y es que cuando un viajero se encuentra en el desierto se saluda deseando la Paz.
Los pastores le dijeron ¿sabéis lo que ha ocurrido hoy aquí, en Belén? Ha nacido el Niño, ha nacido Jesús. Estábamos nosotros aquí pastoreando el rebaño cuando un ángel se posó en aquella roca y nos lo anunció, nos dijo que le encontraríamos en un pesebre y así es, ahí lo hemos visitado. Es un niño precioso y los padres están muy contentos.
Los 3 Magos se sonrieron por fin habían llegado, se bajaron de los 3 camellos y continuaron a pie con sus 3 pajes. De pronto allá… al final del sendero, vieron como la estrella se detenía hasta tocar en una pequeña casa de madera, iluminando y dando calor aquel lugar.
Al llegar los Magos se sintieron tan alegres que lo primerito que hicieron fue arrodillarse ante el Niño Jesús y desearle todo lo mejor para su vida. El Niño sonrió.
Melchor se levantó y sacó una caja que guardaba junto a la joroba del camello y pronunció:
- Querido Jesús quiero regalarte oro, para que tú como rey de los cristianos puedas compartir con todas aquellas personas que más lo necesiten.
Gaspar se acercó y susurro al Niño:
- Jesús te traigo un regalo, incienso, sirve para que la bondad de Dios que tienes se derramé como un perfume sobre todos los que a ti se acerquen.
Por último Baltasar tomó de su paje un cofre y dijo:
- Aquí tienes pequeño Jesús es mirra ella también perfumará y dará calor a la paz y el amor humano que guarda tu corazón.
El Niño Jesús sonrió y balbuceó, aunque como era un bebe nadie supo muy bien lo que dijo. Lo que si ocurrió es que desde entonces cada Navidad todos los cristianos nos juntamos en las casas a compartir nuestras mesas, invitamos a la familia, los amigos, los de cerca los de lejos, y hasta los de otros países y… celebramos el nacimiento del Niño Jesús.
Y desde aquel día en que el Niño Jesús balbuceó, todos los años los 3 Reyes Magos, montados en sus 3 camellos y acompañados por sus 3 pajes visitan en esta noche todos los hogares de la tierra para dejar sus regalos.

Autora: Mª José López Luque

jueves, 10 de diciembre de 2009

El Ratón Pérez

La historia del Ratón Pérez

Ya está aquí la Navidad y, con ella, las vacaciones escolares. Muchos días en los que, la meteorología, no suele permitirnos realizar con los niños/as actividades al aire libre. Pero como tampoco podemos tenerlos metidos en casa todo el día y, a veces, se nos agotan las ideas, aquí os hago una propuesta que puede ayudaros a resolver una tarde: Una visita a la Casa Museo del Ratón Pérez.
La historia del Ratón Pérez fue escrita por el padre Luis Coloma Roldán (1851 – 1915), escritor y periodista español.

A finales del siglo XIX, desde Palacio, le pidieron al padre Coloma que escribiera un cuento cuando a Alfonso XIII, que entonces tenía 8 años, se le cayó un diente. Al jesuita se le ocurrió la historia del Ratoncito Pérez protagonizada por el rey Bubi, que era como la Reina Doña María Cristina llamaba a su hijo, el futuro Alfonso XIII.
Actualmente, el ratoncito Pérez es un personaje de leyenda muy popular entre los niños españoles e hispano-americanos.
Tenemos en Madrid la Casa Museo del Ratón Pérez,en la calle Arenal, nº 8.


El RATÓN PÉREZ

Allá por la época de la reina Mari Castaña, existió un rey, de unos siete u ocho años, llamado Bubi I.
Un buen día, ni mejor ni peor que otros, al rey de nuestro cuento se le cayó su primer diente.

Aquello fue un acontecimiento histórico en la corte, todos lo celebraron con alegría y aconsejaron al reyecito que hiciera lo que manda la tradición: colocar el diente bajo la almohada y esperar el regalo a la mañana siguiente.

Así lo hizo Su Majestad Bubi I, puso su diente bajo la almohada y esperó, impaciente, la llegada del nuevo día. Tan nervioso estaba y tanto esperó que, al final, se quedó profundamente dormido. Soñó mil y una historias maravillosas hasta que, de pronto, sintió algo suave que le rozaba la frente. Se incorporó de un brinco, sobresaltado, y allí, de pie sobre su almohada, vio un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja a la espalda.

- Buenas noches, Majestad – dijo el ratón haciendo una reverencia a la vez que se quitaba el sombrero – Soy Juan Pérez, más conocido por los niños como “El Ratoncito Pérez”.
Bubi I, maravillado, quiso jugar con el pequeño animal y saber porqué recogía, por las noches, los dientes de los niños. Don Juan Pérez, le explicó su trabajo y, al saberlo, el niño rey quiso acompañarlo en su peligrosa misión nocturna.
- De acuerdo, pero antes de salir, debo hacer algo importante – dijo misteriosamente el Ratón Pérez. Y sin más explicaciones, saltó sobre el hombro del reyecito y le metió la punta del rabo por la nariz.
El niño estornudó estrepitosamente y, por un prodigio maravilloso que nadie hasta el día de hoy ha podido explicarse, quedó convertido en el ratón más lindo y primoroso que nadie haya podido imaginar.
- Ahora, ya podemos marcharnos – dijo el Ratón Pérez colándose por un agujero que había debajo de la cama.
Ni que decir tiene que Bubi I le siguió. En su camino, oscuro y peligroso, se cruzaban a cada paso con diminutas alimañas que les pinchaban y mordían.
Después de un largo viaje por tuberías y alcantarillas, llegaron a una confitería que olía a gloria. Allí, en una caja de galletas, estaban la Señora de Pérez y sus hijos. Aquella era la casa del Ratón Pérez.

Hechas las presentaciones y, tras tomar un trozo de gruyere, nuestros dos ratones continuaron su aventura, pues aún tenían muchos dientes que recoger.
Caminando, caminando y, sin darse cuenta, fueron a para a la cocina de Gaiferos, un gatazo enorme que ¡gracias a Dios!, estaba dormido, por lo que pudieron escapar sin mayores problemas.
Llegaron luego a la buhardilla donde vivía Gilito. Era aquel un hogar muy frío y muy pobre, dónde no había más muebles que una silla, un cesto de pan vacío y una cama el la que dormían abrazados Gilito y su madre. ¡Qué alegría se llevarían a la mañana siguiente cuando, en lugar del diente de Gilito, encontrasen una moneda con la que comprar algo de comida!.

El Ratón Pérez y el reyecito convertido en ratón, continuaron toda la noche visitando las casas de muchos niños y niñas hasta que, al amanecer, regresaron al palacio de Bubi I. El Ratón Pérez volvió a meter la punta de su rabo en la nariz del pequeño rey y, este, volvió a transformarse en niño. Pero ya nunca más fue el mismo de antes. En su extraordinario viaje, el rey Bubi I descubrió que había niños y niñas muy diferentes a él, que pasaban hambre y frío, y, a partir de entonces, decidió compartir sus riquezas con todos ellos.
Y, colorín, colorado, la historia del Ratón Pérez se ha acabado.

Adaptado por Belén Figueroa

jueves, 26 de noviembre de 2009

"Los Derechos de los niños y niñas en el colegio"

El pasado 20 de noviembre, celebramos el Día Internacional de los Derechos del Niños/as. En Educación Infantil realizamos algunas actividades para que los niños/as pudieran:
- Identificar sus derechos
- Desarrollar el sentimiento de empatía hacia sus iguales
- Favorecer actitudes de respeto, ayuda y solidaridad hacia otros
- Ampliar su vocabulario
Con estos objetivos llevamos a cabo una jornada lúdica, dinámica y motivadora.
Por la mañana nos reunimos en la sala de audiovisuales dónde, tras visualizar un vídeo, hicimos participes de la explicación del mismo a los alumnos, entablando un dialogo compartido en el que nos dieron muy buenas aclaraciones:
“Da igual el color de nuestra piel porque todos tenemos que ser amigos y jugar juntos”, reflexionó una de nuestras alumnas que, por supuesto, recibió un merecido aplauso.

Otros aportaron su visión: "Esa no niña no tiene cara y por eso no la quieren", los niños/as tienen derechos sea cual sea su identidad, nombre, nación, idioma, familia...
"Ese niño está trabajando y no se divierte porque no va al cole con los otros niños", los niños/as no han de ser explotados como trabajadores.
Tras la comida y el tiempo necesario para los juegos y la higiene personal, volvimos a reunirnos, esta vez en el aula de tres años. Allí tuvo lugar un divertido cuenta cuentos con el que esperamos haber fomentado en nuestros niños/as algunos de los valores que todo ser humano debería tener.


El niño Que tenía Dos Ojos
Entre anoche y esta mañana, existió un planeta que era muy parecido a la Tierra. Sus habitantes solo se diferenciaban de los terrestres en que no tenían más que un ojo. Claro que era un ojo maravilloso con el que se podía ver en la oscuridad, y a muchísimos kilómetros de distancia, y a través de las paredes...
Con aquel ojo se podían ver los astros como a través de un telescopio y a los microbios como a través de un microscopio...
Sin embargo, en aquel planeta las Mamás tenían los niños igual que las Mamás de la Tierra tienen los suyos.

Un día nació un niño con un defecto físico muy extraño: tenía dos ojos. Sus padres se pusieron muy tristes. No tardaron mucho en consolarse; al fin y al cabo era un niño muy alegre...y, además, les parecía guapo... Estaban cada día más contentos con él. Le cuidaban muchísimo.
Le llevaron a muchos médicos...pero su caso era incurable. Los médicos no sabía que hacer.
El niño fue creciendo y sus problemas eran cada día mayores: necesitaba luz por las noches para no tropezar en la oscuridad.
Poco a poco el niño que tenía dos ojos se iba retrasando en sus estudios; sus profesores le dedicaban una atención cada vez más especial... Necesitaba ayuda constantemente.
Aquel niño pensaba ya que no iba a servir para nada cuando fuera mayor...
Hasta que un día descubrió que él veía algo que los demás no podían ver...
En seguida fue a contarles a sus padres cómo veía él las cosas... Sus padres se quedaron maravillados... En la escuela sus historias encantaban a sus compañeros. Todos querían oír lo que decía sobre los colores de las cosas.
Era emocionante escuchar al chico de los dos ojos. Y al cabo del tiempo era ya tan famoso que a nadie le importaba su defecto físico. Incluso llegó a no importarle a él mismo. Porque, aunque había muchas cosas que no podía hacer, no era, ni mucho menos, una persona inútil.
Llegó a ser uno de los habitantes más admirados de todo su planeta. Y cuando nació su primer hijo, todo el mundo reconoció que era muy guapo. Además, era como los demás niños: tenía un solo ojo.

Texto: J.L. Sánchez y M.A. Pacheco

La Ruta Number One
Esta es la historia de Charly y Norah y... mejor os cuento. Era una mañana como otra cualquiera, amaneció, el gallo cantó y el despertador sonó.
Norah estaba desayunando en la cocina unta que te unta mantequilla y mermelada en la tostada y de vez en cuando un traguito de chocolate.
Se limpió los dientes como siempre y con la mochila a la espalda se dirigió a la para da de la ruta del cole.

Peroooo... aquella mañana la ruta tardaba y tardaba.
Del portal de enfrente salió Charly, iba sentado en su silla motorizada camino del cole, al pasar junto a Norah la invito a subir:
- Veras en esta silla está autorizado que suban personas no discapacitadas.
Así que Norah miro a un lado al otro y se decidió de un salto montó a la silla no. Aquello molaba mucho más que el autobús del cole, el aire le daba en la cara podían saludar a todas las personas que se encontraban en su camino y podían atajar para llegar antes al cole.
Desde ese día Norah y Charly llegaban siempre juntos al colegio en la silla motorizada.
Hasta que una mañana Norah estaba esperando y esperando hasta que ya no pudo más y se presentó en casa de Charly. El estaba en la cama tumbado.
- Venga Charly que se nos hace tarde.
- No puede ser Norah, la silla se ha estropeado y tardarán muchos días en arreglar, así que sin ella no podre ir al cole.
Norah ni lo dudo un momento bajo a la calle y comenzó a parar a sus compañeros de clase.
- ¿Tienes un martillo?, ¿y un destornillador?, ¿y un inflador para ruedas?.
Chicos, ¿me ayudáis a arreglar la silla de Charly?
Aquella misma tarde la silla motorizada de Charly estaba arreglada, es más era mucho más bonita que la anterior, llena de colores, con la cara de spiderman uniendo los ejes de las ruedas que se asemejaban a una tela de araña, un cojín bien mullidito de plumas y hasta un posa vasos para tomar un refresco.
Además le habían colocado un cartel que decía "Ruta number One".
A partir de ese día los niños salían con patines de casa y al paso de Charly gritaban: Ruta number One. ¡Ey ruta number One! Ruta number oneeeeeeeee. Charly paraba e iba recogiéndoles a su paso.

Y así, desde entonces, los niños se van enganchando unos a otros hasta formar un largo tren con la locomotora de la silla de Charly dirigiendo el camino al cole.
Los niños y niñas tiene derechos, sin ser discriminados sea cual sea su condición.

Cuento adaptado por Mª José López

Actividad realizada por:
Verónica Alonso, Noelia Alonso, Ángela Lima y Belén Figueroa

jueves, 19 de noviembre de 2009

"Cuento sobre los derechos del niño"

AMOR Y COMPRENSION

Con motivo del Día Internacional de la Infancia, que se celebra el próximo día 20 de noviembre, publicamos este cuento que refleja el derecho de todos los niños a vivir en un ambiente lleno de amor y comprensión.
Pero además, queremos rendir un pequeño homenaje a todas esas abuelas, y por supuesto abuelos, que tan maravillosa labor hacen con los más pequeños de la familia.












Es también un modo de invitar a todas las familias a reflexionar sobre el tiempo que dedicamos a nuestros hijos y las responsabilidades que descargamos sobre los abuelos cuando, muchas veces, esas responsabilidades son nuestras como padres.

Para que el niño crezca sano y contento necesita vivir rodeado de amor y comprensión. Este derecho se reconoce en el preámbulo de la Convención Internacional sobre los Derechos de la Infancia.


LA ABUELA ELECTRÓNICA
de Silvia Schujer

Mi abuela funciona a pilas. O con electricidad, depende. Depende de la energía que necesite para lo que haya que hacer.

Si la tarea es cuidarme cuando mis padres salen de noche, la dejan enchufada. La sientan sobre la mecedora que está al lado de mi cama y le empalman un cable que llega hasta el teléfono para cualquier emergencia.
Si en cambio va a prepararme un bocadillo o hacerme la leche cuando vuelvo del colegio, le colocamos las pilas para que se mueva con toda libertad.
Mi abuela es igual a las otras. En serio. Sólo que está hecha con alta tecnología.
Sin ir más lejos, tiene doble pletina y eso es bárbaro porque se le pueden pedir dos cosas al mismo tiempo. Y ella responde.
Mi abuela es mía.
Me la trajeron a casa apenas salió a la venta. Mis padres la pagaron con tarjeta de crédito por la mañana, y por la tarde ya estaba con nosotros.
Es que mi familia es muy moderna. Modernísima. Hasta tal punto mi mamá y mi papá están preocupados por andar a la moda que no guardan ni el más mínimo recuerdo. De un día para otro tiran lo que pasó a la basura.
A lo mejor es por eso, ahora que lo pienso, que tengo tan mala memoria y no puedo acordarme ni siquiera de la tabla del dos entera.
Desde que la abuela está en casa, sin embargo, las cosas en la escuela no me van tan mal.
Para empezar, ella tiene un dispositivo automático que todas las tardes se pone en marcha a la hora de hacer los deberes. Es así: se le prende una luz y se acciona una palanca. Abandona automáticamente lo que está haciendo y sus radares apuntan hacia donde estoy. Entonces me levanta por la cintura y me sienta junto a ella frente al escritorio. Ahí empezamos a resolver las cuentas y los problemas de regla de tres. O a calcar un mapa con tinta china negra.
Aunque nadie se lo pida, mi abuela lleva un registro exacto de mis útiles escolares. Por otro lado, le aprieto un botón de la espalda y el agujero de su nariz se convierte en sacapuntas. Le muevo un poco la oreja y las yemas de los dedos se vuelven gomas de tinta y lápiz.
Tener una abuela como la mía me encanta. Sobre todo cuando está enchufada, porque así puede gastar toda la energía que le dé la gana y no cuesta demasiado mantenerla, como dice mi papá, que además de moderno es un tacaño y sufre como un perro cada vez que a mi abuela hay que cambiarle las pilas.
Casi todas las noches yo la enchufo un rato antes de irme a dormir. Así me cuenta un cuento. O lo hace aparecer en su pantalla para que yo lea mientras ella me acaricia la cabeza.
Sabe millones. Basta colocarle el disquete correspondiente (porque también viene con disquetera) y en cuestión de segundos empieza con alguna historia. Como completamente automática, se apaga sola cuando me duermo.
Cuando mi abuela me cuenta un cuento o me canta algunas canciones, yo me olvido de que es electrónica.
Más que nunca parece una persona común y comprensiva. Y es que además tiene una tecla de memoria que le permite escucharme. Yo puedo contarle cosas y, oprimiendo esa tecla, ella archiva toda la información: al final sabe de mí más que ninguno.
Me gusta tener a mi abuela. Aunque salir a pasear con ella me traiga algunos inconvenientes: los que no son tan modernos como mi familia nos miran mucho en la calle. Y se ríen.
O quieren tocarla para ver de qué material es. Ven algo raro en sus movimientos... o en su cara, no sé. Creo que las luces que tiene en los ojos no son cosa fácil de disimular.
A mí me encanta tener esta abuela.
Hace unos días, sin embargo, mi mamá dijo que quería cambiarla por un modelo más nuevo. Dice que salieron unas más pequeñas, menos aparatosas, con más funciones y a control remoto.
La idea no me gusta para nada. Porque, aunque es cierto que estoy bastante acostumbrado a los cambios, con esta abuela me siento muy bien.
Las habrá mejor equipadas, ya lo sé. Pero yo quiero a la abuela que tengo. Y es que, aparte, cada vez me convenzo más de que ella también está acostumbrada a mí.
A decir verdad, desde que en casa están pensando en cambiar a la abuela, yo estoy tramando un plan para retenerla.
Sí. Poquito a poco, la estoy entrenando para que pueda vivir por sus propios medios. Para que no deje que la compren y la vendan como si fuera una cosa, un mueble usado.
El otro día, le desconecté la luz de los ojos y ahora le estoy enseñando a ver. Vamos bien.
También le estoy enseñando a ser cariñosa sin el disquete. Esa es la parte que me resulta más fácil; a lo mejor porque me quiere, aunque ella todavía no lo sepa. Pienso seguir trabajando.
Mi objetivo es que aprenda a llorar. A llorar como loca. Y lo más pronto posible, así el día que se la quieran llevar como parte de pago para traer una nueva, el escándalo lo armamos juntos.
Fuente: Cuento con vos

Belén Figueroa