El 12 de enero de 1628, nació en París, Francia, Charles Perrault, escritor cuyas maravillosas historias hemos ido conociendo generación tras generación y que, aún hoy, siguen sin perder un ápice de su magia.Abogado de profesión, escribe su primer libro en 1661, Los muros de Troya, nada atrayente para la infancia, al igual que otros posteriores (odas, discursos, diálogos, poemas y obras que halagaban al rey y a los príncipes).
Con esta trayectoria literaria, ni sus coetáneos, ni el propio Perrault, podían suponer que su fama le llegaría, en 1967, con la publicación de Los Cuentos de Perrault o Cuentos de mi madre la Oca, recopilados de la tradición oral o de leyendas de origen exótico, aunque, en la mayoría de los casos, suavizando la crudeza de las versiones originales. Estas y otras obras posteriores del autor significaron el inicio de un nuevo tipo de literatura: los cuentos de hadas.
Para sus relatos, Perrault recurrió a un lenguaje sencillo y cercano, situándolos en paisajes y entornos que le eran conocidos como el Castillo de Ussé para el cuento de:
Con esta trayectoria literaria, ni sus coetáneos, ni el propio Perrault, podían suponer que su fama le llegaría, en 1967, con la publicación de Los Cuentos de Perrault o Cuentos de mi madre la Oca, recopilados de la tradición oral o de leyendas de origen exótico, aunque, en la mayoría de los casos, suavizando la crudeza de las versiones originales. Estas y otras obras posteriores del autor significaron el inicio de un nuevo tipo de literatura: los cuentos de hadas.
Para sus relatos, Perrault recurrió a un lenguaje sencillo y cercano, situándolos en paisajes y entornos que le eran conocidos como el Castillo de Ussé para el cuento de:
La Bella Durmiente.
Sin duda unos cuentos frescos, espontáneos, llenos de magia y encanto que continúan siendo los favoritos de los más pequeños.
Algunas de sus obras más conocidas:
Barba Azul
Es un cuento de hadas de Charles Perrault, publicado en 1697, en el que una mujer descubre cómo su marido oculta en una habitación prohibida los cadáveres de sus anteriores esposas.
Caperucita de Charles Perrault Perrault fue el primero que recogió esta historia y la incluyó en un volumen de cuentos (1697), donde destacaba sobre los otros por ser, más que un cuento, una leyenda bastante cruel, destinada a prevenir a las niñas de encuentros con desconocidos, y cuyo ámbito territorial no iba más allá de la región del Loira, la mitad norte de los Alpes y el Tirol.
El gato con botas El gato con botas es un cuento popular europeo, recopilado en 1697 por Charles Perrault en su Cuentos de mamá ganso (Contes de ma mère l’Oye) como El gato maestro y anteriormente en 1634 por Giambattista Basile como Cagliuso.
Cenicienta
La Cenicienta es un personaje de un cuento de hadas del cual existen varias versiones, tanto orales como escritas, en Europa. Es así que en Alemania se la llama Aschenputtel, Cendrillon es el nombre en francés, Cinderella en inglés y Cenerentola en italiano.
Las versiones más conocidas son las del francés Charles Perrault (Cendrillon ou La petite pantoufle de verre), el cual escribió una versión de la historia oral en 1697. En Alemania, en cambio, la colección de cuentos de hadas de los Hermanos Grimm es hasta ahora la más popular. La versión del año 1812 de los Hermanos Grimm varía sin embargo en muchos detalles de la francesa, lo cual no es extraño si se toma en cuenta que cada país europeo tiene su propia tradición oral del personaje.
Pulgarcito
El cuento narra la historia de Pulgarcito, un niño que nació tan pequeño como un pulgar cuyos padres se ven obligados a abandonarle, a él y sus seis hermanos, en medio del bosque, donde se pierden y van a dar a la casa de un ogro aficionado a comer niños. Tras una serie de peripecias, y gracias a la astucia de Pulgarcito, logran escapar con las botas del ogro, que recorren siete leguas con cada zancada, lo que permite al protagonista trabajar como mensajero a las órdenes del rey, con lo que ni él ni su familia vuelven a pasar hambre. Riquet, El del Copete
Había una vez una reina que dio a luz un hijo tan feo, tan feo que hasta su propia madre se entristeció muchísimo. Un hada, que asistió al nacimiento, aseguró que el niño no dejaría de tener gracia pues sería muy inteligente y, además, le concedió el don de dar tanta inteligencia como la propia a la persona que más quisiera. Es cierto que cuando el niño empezó a hablar, decía mil cosas lindas y dejaba encantado a todo el que le escuchaba. Olvidaba decir que vino al mundo con un copete de pelo en la cabeza, así es que lo llamaron Riquet-el-del-Copete, pues Riquet era el nombre de familia.
Al poco tiempo, la reina de un reino vecino dio a luz dos hijas. La primera que nació era más bella que el día; la segunda, era espantosamente fea, la pobre. Estaba por allí el hada que había asistido al nacimiento del pequeño Riquet-el-del-Copete, y para compensar la diferencia entre las dos hermanas decidió que la hermana mayor sería tan estúpida como hermosa, mientras que la pequeña sería fea, pero muy inteligente.
La reina, apenada, pidió un poco de inteligencia para su hija hermosa. El hada no podía concederle aquello, pero sí el don de volver hermosa a la persona que la princesa llegase a amar.
A medida que iban creciendo, la hermana menor, la más fea, acaparaba la atención de todos, pues les encantaba escuchar las cosas que sabía y las historias que contaba, por lo que la mayor, aunque muy bella, se encontraba sola y, aunque era bastante tonta, se dio cuenta, y se entristeció tanto que se marchó al bosque a llorar su pena.
Llora que te llora estaba la pobre princesa bella, cuando vio que se acercaba un joven bajito, muy feo y de aspecto desagradable, pero ricamente vestido. Era el joven príncipe Riquet-el-del-Copete que se había enamorado de ella al verla en un retrato. Al encontrarla tan triste, le preguntó, muy educadamente, qué le pasaba y cómo, alguien tan hermoso como ella, podía estar tan apenado.
Ella le contó lo que ocurría y añadió:
—Preferiría, dijo la princesa, ser tan fea como vos y tener inteligencia, que tener tanta belleza como yo y ser tan estúpida como soy.
—Si es sólo eso lo que os aflige, puedo fácilmente poner fin a vuestro dolor. Tengo el poder, señora, dijo Riquet-el-del-Copete, de dar toda la inteligencia posible a la persona que ame, y como eres tú, esa persona, te concederé ese don, si aceptas casarte conmigo. Te doy un año entero para que lo pienses.
La princesa, deseosa de ser más lista aceptó y en ese mismo momento, ya comenzó a sentirse diferente. Le resultaba muy fácil decir todo lo que quería y además, decirlo de una manera graciosa e interesante.
Este cambio en la princesa hermosa no pasó desapercibido y pronto se presentaron en palacio todos los príncipes de los reinos cercanos y lejanos se esforzaban por conquistarla. Pero le resultaba muy difícil elegir a uno de ellos, así que se marchó al bosque a pensar tranquilamente. Tenía que decidir con cuál de todos los apuestos príncipes se casaría.
Bajo un manzano andaba nuestra linda princesa, piensa que te piensa, cuando, en un claro del bosque, vio que se estaba preparando un gran banquete.
La princesa, asombrada ante tal espectáculo, les preguntó para quién estaba trabajando.
—Es, contestó el que parecía el jefe, para el príncipe Riquet-el-del-Copete, cuya boda se celebrará mañana.
En aquel momento la princesa recordó que, hacía ya un año, había prometido casarse con el príncipe Riquet. Entonces era estúpida y, deseosa de no serlo, había aceptado el trato. Pero ahora no deseaba casarse con él, así que fue a buscarlo y se lo dijo.
Cuando Riquet escuchó a la princesa le demostró que él era un joven inteligente, amable y educado.
- O ¿es que acaso no te lo parezco?
- De ningún modo, contestó la princesa, me agrada todo lo que acabas de decir.
- Entonces seré feliz, ya que puedes hacer de mí el más apuesto de los príncipes si me amas lo suficiente como para desear que así sea. El hada que al nacer yo, me otorgó el don de hacer inteligente a la persona que yo quisiera, te dio a ti el don de darle belleza al hombre que ames.
- Si es así, dijo la princesa, deseo con toda mi alma que seas el príncipe más hermoso y más atractivo del mundo.
Y en ese mismo momento, Riquet-el-del-Copete apareció ante sus ojos como el hombre más hermoso, más apuesto y más agradable que jamás hubiera visto. Ya no apreciaba su nariz gorda y colorada, ni su boca un poco torcida, la princesa veía al príncipe más bello de cuantos había conocido.
Al día siguiente mismo, con el permiso del rey, se celebró la boda, tal como Riquet-el-del-Copete tenía previsto y fueron felices, y comieron perdices y tuvieron dos hijos guapos e inteligentes.
MORALEJA
Lo que observamos en este cuento
más que ficción es verdad pura:
En quien amamos vemos talento,
todo lo amado tiene hermosura.
OTRA MORALEJA
En alguien puede la naturaleza
haber puesto colorido y belleza
que jamás el arte logrará igualar.
Mas para conmover a un corazón sensible
menos puede ese don que la gracia invisible
que el amor llega a detectar.
Belén Figueroa
Sin duda unos cuentos frescos, espontáneos, llenos de magia y encanto que continúan siendo los favoritos de los más pequeños.
Algunas de sus obras más conocidas:
Barba Azul
Es un cuento de hadas de Charles Perrault, publicado en 1697, en el que una mujer descubre cómo su marido oculta en una habitación prohibida los cadáveres de sus anteriores esposas.
Caperucita de Charles Perrault Perrault fue el primero que recogió esta historia y la incluyó en un volumen de cuentos (1697), donde destacaba sobre los otros por ser, más que un cuento, una leyenda bastante cruel, destinada a prevenir a las niñas de encuentros con desconocidos, y cuyo ámbito territorial no iba más allá de la región del Loira, la mitad norte de los Alpes y el Tirol.
El gato con botas El gato con botas es un cuento popular europeo, recopilado en 1697 por Charles Perrault en su Cuentos de mamá ganso (Contes de ma mère l’Oye) como El gato maestro y anteriormente en 1634 por Giambattista Basile como Cagliuso.
Cenicienta
La Cenicienta es un personaje de un cuento de hadas del cual existen varias versiones, tanto orales como escritas, en Europa. Es así que en Alemania se la llama Aschenputtel, Cendrillon es el nombre en francés, Cinderella en inglés y Cenerentola en italiano.
Las versiones más conocidas son las del francés Charles Perrault (Cendrillon ou La petite pantoufle de verre), el cual escribió una versión de la historia oral en 1697. En Alemania, en cambio, la colección de cuentos de hadas de los Hermanos Grimm es hasta ahora la más popular. La versión del año 1812 de los Hermanos Grimm varía sin embargo en muchos detalles de la francesa, lo cual no es extraño si se toma en cuenta que cada país europeo tiene su propia tradición oral del personaje.
Pulgarcito
El cuento narra la historia de Pulgarcito, un niño que nació tan pequeño como un pulgar cuyos padres se ven obligados a abandonarle, a él y sus seis hermanos, en medio del bosque, donde se pierden y van a dar a la casa de un ogro aficionado a comer niños. Tras una serie de peripecias, y gracias a la astucia de Pulgarcito, logran escapar con las botas del ogro, que recorren siete leguas con cada zancada, lo que permite al protagonista trabajar como mensajero a las órdenes del rey, con lo que ni él ni su familia vuelven a pasar hambre. Riquet, El del Copete
Había una vez una reina que dio a luz un hijo tan feo, tan feo que hasta su propia madre se entristeció muchísimo. Un hada, que asistió al nacimiento, aseguró que el niño no dejaría de tener gracia pues sería muy inteligente y, además, le concedió el don de dar tanta inteligencia como la propia a la persona que más quisiera. Es cierto que cuando el niño empezó a hablar, decía mil cosas lindas y dejaba encantado a todo el que le escuchaba. Olvidaba decir que vino al mundo con un copete de pelo en la cabeza, así es que lo llamaron Riquet-el-del-Copete, pues Riquet era el nombre de familia.
Al poco tiempo, la reina de un reino vecino dio a luz dos hijas. La primera que nació era más bella que el día; la segunda, era espantosamente fea, la pobre. Estaba por allí el hada que había asistido al nacimiento del pequeño Riquet-el-del-Copete, y para compensar la diferencia entre las dos hermanas decidió que la hermana mayor sería tan estúpida como hermosa, mientras que la pequeña sería fea, pero muy inteligente.
La reina, apenada, pidió un poco de inteligencia para su hija hermosa. El hada no podía concederle aquello, pero sí el don de volver hermosa a la persona que la princesa llegase a amar.
A medida que iban creciendo, la hermana menor, la más fea, acaparaba la atención de todos, pues les encantaba escuchar las cosas que sabía y las historias que contaba, por lo que la mayor, aunque muy bella, se encontraba sola y, aunque era bastante tonta, se dio cuenta, y se entristeció tanto que se marchó al bosque a llorar su pena.
Llora que te llora estaba la pobre princesa bella, cuando vio que se acercaba un joven bajito, muy feo y de aspecto desagradable, pero ricamente vestido. Era el joven príncipe Riquet-el-del-Copete que se había enamorado de ella al verla en un retrato. Al encontrarla tan triste, le preguntó, muy educadamente, qué le pasaba y cómo, alguien tan hermoso como ella, podía estar tan apenado.
Ella le contó lo que ocurría y añadió:
—Preferiría, dijo la princesa, ser tan fea como vos y tener inteligencia, que tener tanta belleza como yo y ser tan estúpida como soy.
—Si es sólo eso lo que os aflige, puedo fácilmente poner fin a vuestro dolor. Tengo el poder, señora, dijo Riquet-el-del-Copete, de dar toda la inteligencia posible a la persona que ame, y como eres tú, esa persona, te concederé ese don, si aceptas casarte conmigo. Te doy un año entero para que lo pienses.
La princesa, deseosa de ser más lista aceptó y en ese mismo momento, ya comenzó a sentirse diferente. Le resultaba muy fácil decir todo lo que quería y además, decirlo de una manera graciosa e interesante.
Este cambio en la princesa hermosa no pasó desapercibido y pronto se presentaron en palacio todos los príncipes de los reinos cercanos y lejanos se esforzaban por conquistarla. Pero le resultaba muy difícil elegir a uno de ellos, así que se marchó al bosque a pensar tranquilamente. Tenía que decidir con cuál de todos los apuestos príncipes se casaría.
Bajo un manzano andaba nuestra linda princesa, piensa que te piensa, cuando, en un claro del bosque, vio que se estaba preparando un gran banquete.
La princesa, asombrada ante tal espectáculo, les preguntó para quién estaba trabajando.
—Es, contestó el que parecía el jefe, para el príncipe Riquet-el-del-Copete, cuya boda se celebrará mañana.
En aquel momento la princesa recordó que, hacía ya un año, había prometido casarse con el príncipe Riquet. Entonces era estúpida y, deseosa de no serlo, había aceptado el trato. Pero ahora no deseaba casarse con él, así que fue a buscarlo y se lo dijo.
Cuando Riquet escuchó a la princesa le demostró que él era un joven inteligente, amable y educado.
- O ¿es que acaso no te lo parezco?
- De ningún modo, contestó la princesa, me agrada todo lo que acabas de decir.
- Entonces seré feliz, ya que puedes hacer de mí el más apuesto de los príncipes si me amas lo suficiente como para desear que así sea. El hada que al nacer yo, me otorgó el don de hacer inteligente a la persona que yo quisiera, te dio a ti el don de darle belleza al hombre que ames.
- Si es así, dijo la princesa, deseo con toda mi alma que seas el príncipe más hermoso y más atractivo del mundo.
Y en ese mismo momento, Riquet-el-del-Copete apareció ante sus ojos como el hombre más hermoso, más apuesto y más agradable que jamás hubiera visto. Ya no apreciaba su nariz gorda y colorada, ni su boca un poco torcida, la princesa veía al príncipe más bello de cuantos había conocido.
Al día siguiente mismo, con el permiso del rey, se celebró la boda, tal como Riquet-el-del-Copete tenía previsto y fueron felices, y comieron perdices y tuvieron dos hijos guapos e inteligentes.
MORALEJA
Lo que observamos en este cuento
más que ficción es verdad pura:
En quien amamos vemos talento,
todo lo amado tiene hermosura.
OTRA MORALEJA
En alguien puede la naturaleza
haber puesto colorido y belleza
que jamás el arte logrará igualar.
Mas para conmover a un corazón sensible
menos puede ese don que la gracia invisible
que el amor llega a detectar.
Belén Figueroa
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