Estaban los Reyes Magos en su casa, si, si en su casa.
A ver, los Reyes son Magos, son Magos porque son sabios y son sabios porque durante años, milenios y siglos han aprendido mucho de lo que han visto y vivido.
Pues estaban en su casa porque a los Reyes Magos les gustan más vivir en un hogar donde compartir con sus vecinos que en un castillo que… bueno pronto lo entenderéis.
Cuando Gaspar que es un estudioso de las estrellas, dijo a Melchor y Baltasar:
- Se avecina un acontecimiento único y muy especial, he divisado una enorme estrella en el firmamento del cielo azul con su cola y todo.
Melchor dio un salto y dijo:
- ¡Señor! Esta noche me dormí rezando y tuve un sueño. En algún lugar del desierto en un pequeño pueblo nace hoy un Niño… y es…
Baltasar lo interrumpió, llevaba en sus manos un gran libro, con las escrituras de los profetas, los hombres y mujeres a los que Dios hablo a lo largo del tiempo en sus oraciones. Aquel libro era la Biblia y leyó:
- … y ese Niño es el salvador, Jesús, lo encontraréis envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Eso dicen las escrituras que contiene la Biblia.
Los 3 Magos se asomaron a la ventana, allá en lo alto brillaba la estrella de Oriente.
Gaspar pronunció:
Está escrito los 3 Magos serán guiados por la estrella de Oriente ante el Niño Jesús, el hijo de Dios. Pongámonos en camino.
Y así fue, los 3 Reyes se montaron en sus 3 camellos, y para llevar sus regalos al niño Jesús también necesitaban la compañía de sus 3 pajes. Emprendieron camino atravesando el desierto, la estrella comenzó a desplazarse por el firmamento, iluminado todo el cielo.
La estrella guiaba a los Magos a través de las blancas dunas de arena y los verdes oasis, arriba y abajo.
De pronto, allí en el horizonte, a lo lejos vieron un Castillo, era magnifico, lleno de riquezas y decidieron acercarse y llamar a su gran portón de madera. Tenían sed y todo el mundo sabe que las gentes del desierto son muy hospitalarias con aquellos que viajan por él.
Los 3 Magos fueron llevados a un enorme salón lleno de riquezas pero vacio de personas, (aquello no ocurría en casa de los Reyes Magos, pensaron), de pronto apareció un hombre era el rey Herodes.
Herodes era un rey desconfiado, egoísta, le gustaba las riquezas pero no las visitas, sin embargo aquellos 3 Reyes Magos habían despertado su curiosidad. Y es que Herodes también había leído una escritura de antiguo que decía que 3 Magos viajarían a visitar a un Niño recién nacido, el nuevo Rey. Y eso a Herodes, el rey, le molestaba muchísimo y les preguntó ¿cómo sabréis dónde buscarle?
Y lo Magos contestaron allá donde se pose la estrella de Oriente será donde este el Niño.
Dieron las gracias a Herodes por el agua y el descanso… los 3 Reyes Magos no podían saber lo egoísta y malvado que era Herodes.
Los 3 Magos se montaron en sus 3 camellos acompañados de sus 3 pajes y… Continuaron su viaje y poco antes del amanecer, la estrella que brillaba en lo alto comenzó a frenar su camino en el cielo. Allá cerca había unas ovejas con unos pastores que se calentaban al lado de un fuego.
Shalom hermanos, Paz a vosotros dijeron los pastores.
Y es que cuando un viajero se encuentra en el desierto se saluda deseando la Paz.
Los pastores le dijeron ¿sabéis lo que ha ocurrido hoy aquí, en Belén? Ha nacido el Niño, ha nacido Jesús. Estábamos nosotros aquí pastoreando el rebaño cuando un ángel se posó en aquella roca y nos lo anunció, nos dijo que le encontraríamos en un pesebre y así es, ahí lo hemos visitado. Es un niño precioso y los padres están muy contentos.
Los 3 Magos se sonrieron por fin habían llegado, se bajaron de los 3 camellos y continuaron a pie con sus 3 pajes. De pronto allá… al final del sendero, vieron como la estrella se detenía hasta tocar en una pequeña casa de madera, iluminando y dando calor aquel lugar.
Al llegar los Magos se sintieron tan alegres que lo primerito que hicieron fue arrodillarse ante el Niño Jesús y desearle todo lo mejor para su vida. El Niño sonrió.
Melchor se levantó y sacó una caja que guardaba junto a la joroba del camello y pronunció:
- Querido Jesús quiero regalarte oro, para que tú como rey de los cristianos puedas compartir con todas aquellas personas que más lo necesiten.
Gaspar se acercó y susurro al Niño:
- Jesús te traigo un regalo, incienso, sirve para que la bondad de Dios que tienes se derramé como un perfume sobre todos los que a ti se acerquen.
Por último Baltasar tomó de su paje un cofre y dijo:
- Aquí tienes pequeño Jesús es mirra ella también perfumará y dará calor a la paz y el amor humano que guarda tu corazón.
El Niño Jesús sonrió y balbuceó, aunque como era un bebe nadie supo muy bien lo que dijo. Lo que si ocurrió es que desde entonces cada Navidad todos los cristianos nos juntamos en las casas a compartir nuestras mesas, invitamos a la familia, los amigos, los de cerca los de lejos, y hasta los de otros países y… celebramos el nacimiento del Niño Jesús.
Y desde aquel día en que el Niño Jesús balbuceó, todos los años los 3 Reyes Magos, montados en sus 3 camellos y acompañados por sus 3 pajes visitan en esta noche todos los hogares de la tierra para dejar sus regalos.
Autora: Mª José López Luque
A ver, los Reyes son Magos, son Magos porque son sabios y son sabios porque durante años, milenios y siglos han aprendido mucho de lo que han visto y vivido.
Pues estaban en su casa porque a los Reyes Magos les gustan más vivir en un hogar donde compartir con sus vecinos que en un castillo que… bueno pronto lo entenderéis.
Cuando Gaspar que es un estudioso de las estrellas, dijo a Melchor y Baltasar:
- Se avecina un acontecimiento único y muy especial, he divisado una enorme estrella en el firmamento del cielo azul con su cola y todo.
Melchor dio un salto y dijo:
- ¡Señor! Esta noche me dormí rezando y tuve un sueño. En algún lugar del desierto en un pequeño pueblo nace hoy un Niño… y es…
Baltasar lo interrumpió, llevaba en sus manos un gran libro, con las escrituras de los profetas, los hombres y mujeres a los que Dios hablo a lo largo del tiempo en sus oraciones. Aquel libro era la Biblia y leyó:
- … y ese Niño es el salvador, Jesús, lo encontraréis envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Eso dicen las escrituras que contiene la Biblia.
Los 3 Magos se asomaron a la ventana, allá en lo alto brillaba la estrella de Oriente.
Gaspar pronunció:
Está escrito los 3 Magos serán guiados por la estrella de Oriente ante el Niño Jesús, el hijo de Dios. Pongámonos en camino.
Y así fue, los 3 Reyes se montaron en sus 3 camellos, y para llevar sus regalos al niño Jesús también necesitaban la compañía de sus 3 pajes. Emprendieron camino atravesando el desierto, la estrella comenzó a desplazarse por el firmamento, iluminado todo el cielo.
La estrella guiaba a los Magos a través de las blancas dunas de arena y los verdes oasis, arriba y abajo.
De pronto, allí en el horizonte, a lo lejos vieron un Castillo, era magnifico, lleno de riquezas y decidieron acercarse y llamar a su gran portón de madera. Tenían sed y todo el mundo sabe que las gentes del desierto son muy hospitalarias con aquellos que viajan por él.
Los 3 Magos fueron llevados a un enorme salón lleno de riquezas pero vacio de personas, (aquello no ocurría en casa de los Reyes Magos, pensaron), de pronto apareció un hombre era el rey Herodes.
Herodes era un rey desconfiado, egoísta, le gustaba las riquezas pero no las visitas, sin embargo aquellos 3 Reyes Magos habían despertado su curiosidad. Y es que Herodes también había leído una escritura de antiguo que decía que 3 Magos viajarían a visitar a un Niño recién nacido, el nuevo Rey. Y eso a Herodes, el rey, le molestaba muchísimo y les preguntó ¿cómo sabréis dónde buscarle?
Y lo Magos contestaron allá donde se pose la estrella de Oriente será donde este el Niño.
Dieron las gracias a Herodes por el agua y el descanso… los 3 Reyes Magos no podían saber lo egoísta y malvado que era Herodes.
Los 3 Magos se montaron en sus 3 camellos acompañados de sus 3 pajes y… Continuaron su viaje y poco antes del amanecer, la estrella que brillaba en lo alto comenzó a frenar su camino en el cielo. Allá cerca había unas ovejas con unos pastores que se calentaban al lado de un fuego.
Shalom hermanos, Paz a vosotros dijeron los pastores.
Y es que cuando un viajero se encuentra en el desierto se saluda deseando la Paz.
Los pastores le dijeron ¿sabéis lo que ha ocurrido hoy aquí, en Belén? Ha nacido el Niño, ha nacido Jesús. Estábamos nosotros aquí pastoreando el rebaño cuando un ángel se posó en aquella roca y nos lo anunció, nos dijo que le encontraríamos en un pesebre y así es, ahí lo hemos visitado. Es un niño precioso y los padres están muy contentos.
Los 3 Magos se sonrieron por fin habían llegado, se bajaron de los 3 camellos y continuaron a pie con sus 3 pajes. De pronto allá… al final del sendero, vieron como la estrella se detenía hasta tocar en una pequeña casa de madera, iluminando y dando calor aquel lugar.
Al llegar los Magos se sintieron tan alegres que lo primerito que hicieron fue arrodillarse ante el Niño Jesús y desearle todo lo mejor para su vida. El Niño sonrió.
Melchor se levantó y sacó una caja que guardaba junto a la joroba del camello y pronunció:
- Querido Jesús quiero regalarte oro, para que tú como rey de los cristianos puedas compartir con todas aquellas personas que más lo necesiten.
Gaspar se acercó y susurro al Niño:
- Jesús te traigo un regalo, incienso, sirve para que la bondad de Dios que tienes se derramé como un perfume sobre todos los que a ti se acerquen.
Por último Baltasar tomó de su paje un cofre y dijo:
- Aquí tienes pequeño Jesús es mirra ella también perfumará y dará calor a la paz y el amor humano que guarda tu corazón.
El Niño Jesús sonrió y balbuceó, aunque como era un bebe nadie supo muy bien lo que dijo. Lo que si ocurrió es que desde entonces cada Navidad todos los cristianos nos juntamos en las casas a compartir nuestras mesas, invitamos a la familia, los amigos, los de cerca los de lejos, y hasta los de otros países y… celebramos el nacimiento del Niño Jesús.
Y desde aquel día en que el Niño Jesús balbuceó, todos los años los 3 Reyes Magos, montados en sus 3 camellos y acompañados por sus 3 pajes visitan en esta noche todos los hogares de la tierra para dejar sus regalos.
Autora: Mª José López Luque
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